Fuente:
www.milpaisajes.com
Con
estas palabras inicia Maximo Gorki la que quizás
es la primera crónica cinematográfica de la historia. Escritor y
político ruso que estaría siempre muy ligado a la revolución
soviética, acudió en 1896 a la proyección del cinematógrafo que
los hermanos Lumière ofrecían en la feria de Nijni-Novgorod. Su
relato confiere matices terroríficos que nos ofrecen un testimonio
muy valioso. Desprovista de color y sonido, la primera película de
la historia supuso para este espectador un particular descenso al
reino de las sombras, un mundo embrujado y sin vida.
“Y
todo sucede sin ruido, en silencio: es tan extraño… No se escuchan
ni las ruedas contra la calzada, ni el murmullo de los pasos, ni las
conversaciones, nada, ni una sola nota de esta compleja sinfonía que
siempre acompaña el movimiento de los hombres. Sin ruido, el follaje
gris ceniza de los árboles se agita al viento y las siluetas grises
de los hombres, como si fueran sombras, se deslizan en silencio sobre
la superficie del suelo gris, alcanzadas por un maleficio y
cruelmente condenadas al silencio, privadas de todos los matices, de
todo el colorido de la vida.”
El
cine llega al mundo gris y mudo. Tan pronto como nos damos cuenta de
que el cine puede servir para contar historias, asumimos que faltan
estos dos elementos y que son cruciales. Los avances técnicos
todavía no permitían colorear la pantalla, tampoco dotarle de
sonido, pero para esto último se encontró una solución
imaginativa. Las bandas en directo, que acompañaban las imágenes en
las salas de proyección. Un grupo de amigos del pueblo, con una
afición, estaban constituyendo las primeras BSO de la historia, que
entonces, como el teatro, destacaban por su espontaneidad. Ahora sí,
podéis volver a ver el vídeo de los hermanos Lumière con los
altavoces puestos. La diferencia es vital, cambia totalmente la
narración del filme.
El
papel de la música no ha sido siempre el mismo en la historia del
cine. Cuando llegó el cine sonoro, se pensó que la música iba a
pasar a un segundo plano, ya que iba a prevalecer el hecho de poder
oír hablar a los personajes. De hecho, la música sólo aparecía si
la propia imagen lo justificaba (es decir, aparecía alguien tocando
un instrumento). Pronto los productores se dieron cuenta del vacío
que muchas veces creaba el silencio, ese silencio tan temido por
Máximo Gorki. Por eso en los primeros años de la década de los 30,
se incorpora la música para acompañar ciertas escenas y puntualizar
momentos clave.
Es en 1933, en la película King Kong, cuando se crea por primera vez una partitura original que se sincroniza totalmente con las imágenes de la película, de la mano de Max Steiner. A partir de entonces, el oficio de compositor de cine se fue profesionalizando y surgieron figuras reconocidas internacionalmente como la de Alfred Newman, Ennio Morriconi o Henry Mancini. Se realizaban composiciones de carácter instrumental y preferiblemente del estilo jazz o música ligera.
Ya a mediados de los años 50, los estudios empiezan a ver en las BSO un producto comercial del que obtener rentabilidad. Empiezan a producirse temas y melodías que pudieran editarse posteriormente en disco, y se diversifican los estilos musicales que acompañan las nuevas producciones. Es, además, una época en que está empezando a proliferar la música popular, y eso se refleja también en las bandas sonoras. Esa visión de la banda sonora como un producto comercial más que como un elemento narrativo afectó gravemente la calidad compositiva del cine de los años 70, donde se centraba más la atención en crear canciones comerciales que en dotar a la película de un buen acompañamiento musical.
Sin embargo, la llegada de compositores como John Williams y, sobretodo, la revolución que supusieron los sintetizadores para el mundo de la música en los años 80, permitieron el auge de la banda sonora original, que sigue persistiendo a día de hoy como un potente indicador de la calidad audiovisual de un producto fílmico.
Es en 1933, en la película King Kong, cuando se crea por primera vez una partitura original que se sincroniza totalmente con las imágenes de la película, de la mano de Max Steiner. A partir de entonces, el oficio de compositor de cine se fue profesionalizando y surgieron figuras reconocidas internacionalmente como la de Alfred Newman, Ennio Morriconi o Henry Mancini. Se realizaban composiciones de carácter instrumental y preferiblemente del estilo jazz o música ligera.
Ya a mediados de los años 50, los estudios empiezan a ver en las BSO un producto comercial del que obtener rentabilidad. Empiezan a producirse temas y melodías que pudieran editarse posteriormente en disco, y se diversifican los estilos musicales que acompañan las nuevas producciones. Es, además, una época en que está empezando a proliferar la música popular, y eso se refleja también en las bandas sonoras. Esa visión de la banda sonora como un producto comercial más que como un elemento narrativo afectó gravemente la calidad compositiva del cine de los años 70, donde se centraba más la atención en crear canciones comerciales que en dotar a la película de un buen acompañamiento musical.
Sin embargo, la llegada de compositores como John Williams y, sobretodo, la revolución que supusieron los sintetizadores para el mundo de la música en los años 80, permitieron el auge de la banda sonora original, que sigue persistiendo a día de hoy como un potente indicador de la calidad audiovisual de un producto fílmico.
La
música ha acompañado del cine desde su nacimiento hoy se ha
consagrado como un elemento clave en el discurso narrativo. El sonido
complementa, integra y complementa la imagen visual. Nos produce
sensaciones que otorgan a la escena un significado completo. La
música es tan importante que muchas veces delimita el género en que
nos encontramos.
Ante una misma imagen, una soundtrack aguda, nerviosa, puede llevarnos a una película de suspense o una música muy instrumental, pegadiza nos muestra un drama romántico. La banda sonora otorga a la película vida propia. Le da personalidad. ¿Qué sería de las películas de Woody Allen sin sus canciones de Jazz? Perderían parte de su magia y elegancia. Las bandas sonoras transcienden fuera de las pantallas y se convierten en iconos populares. Iwill always love you, el tema central de The bodyguard dio a Whitney Houston el salto a la fama. Unchained melody, canción de la película Ghost, permitió al dúo musical The Righteous Brothers darse a conocer al mundo casi cuarenta años después de la publicación de la canción.
Los productores son realmente conscientes de la importancia de la música, de como juega un papel fundamental en el cine. También lo son los espectadores. Por eso la figura del compositor de banda sonora original está muy bien valorada en el cine. Es incluso más conocida que la figura del guionista. Algunos ejemplos de compositores que han ganado prestigio y fama con sus trabajos son Yann Tiersen (compositor de la BSO de Amélie), Hans Zimmer (ganador de un Óscar de la Academia por su trabajo en The Lion King) o Bernard Herrman (quien trabajó con Orson Welles o Alfred Hitchcook).
Moulin Rouge, una película que renovó el género musical
combinando canciones de la cultura popular y deliberadamente
anacrónicas con la París de principios de siglo XX. Fuente: Ante una misma imagen, una soundtrack aguda, nerviosa, puede llevarnos a una película de suspense o una música muy instrumental, pegadiza nos muestra un drama romántico. La banda sonora otorga a la película vida propia. Le da personalidad. ¿Qué sería de las películas de Woody Allen sin sus canciones de Jazz? Perderían parte de su magia y elegancia. Las bandas sonoras transcienden fuera de las pantallas y se convierten en iconos populares. Iwill always love you, el tema central de The bodyguard dio a Whitney Houston el salto a la fama. Unchained melody, canción de la película Ghost, permitió al dúo musical The Righteous Brothers darse a conocer al mundo casi cuarenta años después de la publicación de la canción.
Los productores son realmente conscientes de la importancia de la música, de como juega un papel fundamental en el cine. También lo son los espectadores. Por eso la figura del compositor de banda sonora original está muy bien valorada en el cine. Es incluso más conocida que la figura del guionista. Algunos ejemplos de compositores que han ganado prestigio y fama con sus trabajos son Yann Tiersen (compositor de la BSO de Amélie), Hans Zimmer (ganador de un Óscar de la Academia por su trabajo en The Lion King) o Bernard Herrman (quien trabajó con Orson Welles o Alfred Hitchcook).
Un
experimento interesante es escoger un momento cualquiera de una
película y cambiare la banda sonora. Los resultados ilustran muy
bien el poder de una buena banda sonora. Para terminar la entrada,
dejaré varias propuestas para hacer la comparación y observar como
varia el significado de la escena. Por ejemplo, la popular escena de
Titanic
en la proa del barco con la banda sonora de The fly.
¿No se vuelve todo mucho más maquiavélico?. O el escalofriante
“Here's Johnny” en The
shining
que con la música de As good as it gets
parece una comedia muda de los años veinte y el demente Jack
Torrence se convierte en el entrañable Melvin Udall. Y el
entrenamiento de Rocky Balboa,
¿sería igual de motivador siguiendo el ritmo de Cinema Paradiso?
Blai Peris Vives
Blai Peris Vives
Bibliografía
Gorki,
M. El
reino de las sombras.
1898 [En línea] http://www.zinema.com/textos/enelrein.htm
[Consultado 8/12/2014]
Aragú
Cruz, M. y Haro Sánchez, F. Las Bandas Sonoras a Lo Largo De La
Historia Del Cine . Danzaratte: Revista Del Conservatorio
Superior De Danza De Málaga, vol. 7, 2011, pp. 50-55.



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